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La dispersión de las actividades económicas, especialmente las ligadas a la agricultura y la ganadería, y lo extenso y escasamente comunicado de ciertos términos municipales de la comarca del Alto Guadiato, dieron lugar a un proceso de dispersión de la población en la zona, que multiplicó los núcleos de población, quedando éstos en una disposición peculiar, desperdigados a lo largo de la comarca y configurando la existencia de numerosas aldeas.
El número de estas aldeas es especialmente destacable en Fuente Obejuna, el más extenso de la comarca y uno de los más implicados en las explotaciones económicas vinculadas a la dehesa. Durante el siglo XVI, este municipio contaba con más de 40 cortijadas repartidas en su término, formadas por iniciativas de los campesinos. En la actualidad contamos con un total de 14 aldeas en el término de Fuente Obejuna (Argallón, Piconcillo, Cañada del Gamo, Ojuelos Altos, Ojuelos Bajos, Los Morenos, La Cardenchosa, El Alcornocal, Posadilla, Los Pánchez, Navalcuervo, La Coronada, Cuenca y El Porvenir de la Industria), mientras que en Belmez encontramos otras 3 (Doña Rama, El Hoyo y El Entredicho).
Diversos factores actuaron para dar origen a esta peculiar forma de ocupación del térritorio. Habría que buscar sus raíces en época bajomedieval, cuando, tras siglos de decadencia y despoblamiento, se ponen en explotación ganadera grandes superficies del término, bastante alejadas de los núcleos de población existentes. La existencia de numerosas fuentes y arroyos posibilitó la nueva ocupación de estas tierras, y el establecimiento de numerosas aldeas, extendiendo con ellas la ganadería extensiva característica del Alto Guadiato.
El aislamiento producido en las aldeas por lo accidentado del terreno y la escasez de vías de comunicación hará que éstas vayan tendiendo a la autosuficiencia y dotándose progresivamente de infraestructuras como iglesias, construidas con un estilo serrano verdaderamente peculiar. La estructura urbanística de las aldeas se basa en estas iglesias, que constituyen el centro de ellas, para extenderse a su alrededor en una sucesión desordenada de casas, locales públicos y construcciones relacionadas con la agricultura y la ganadería (establos, huertos acotados, etc.).
Las aldeas suelen estar ubicadas en lomas de cerros, dejando las llanuras para los cultivos y para el ganado, agrupado en las dehesas cercanas. La zona más llana de la aldea se reserva para ubicar la plaza principal, alrededor de la iglesia del lugar.
En definitiva, las aldeas del Alto Guadiato ofrecen un paisaje de tranquilidad, por sus pocos habitantes y su aislamiento, unido a unas formas de vida ancestrales, basadas en la tradición, con una vida económica asentada en la explotación sostenible de los recursos, fundamentados en la agricultura y la ganadería.
Capítulo aparte merecen las casas de esas aldeas, tanto por su tipología como por las técnicas y materiales constructivos utilizados. Las construcciones de las aldeas se realizan aprovechando los materiales propios y característicos de la zona, y así la casa típica es baja, de muros de piedra unidos con barro usado como argamasa. Los muros se suelen encalar si son de casas, y se dejan sin enjalbegar en el caso de construcciones para el ganado o huertos, almacenes, etc., lo que le da a las aldeas su aspecto característico, con el centro blanco y el exterior rojizo por el color de la piedra local y del barro. Las aldeas están dotadas de infraestructuras, como iglesias, construidas con un estilo serrano verdaderamente peculiar. Se trata de ermitas generalmente de una sola nave, en ladrillo encalado y frecuentemente rematadas con un campanario que destaca sobre la construcción, en algunos casos por su color rojo, como en el caso de Ojuelos Altos. La estructura urbanística de las aldeas se basa en estas iglesias, que constituyen el centro de ellas, para extenderse a su alrededor en una sucesión desordenada de casas, locales públicos y construcciones relacionadas con la agricultura y la ganadería (establos, almacenes, huertos acotados, etc.).
Localización
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