Antecedentes Históricos

La comarca del Alto Guadiato ha sido desde tiempos remotos un lugar atractivo para las comunidades humanas a la hora de establecer asentamientos permanentes y desarrollar culturas. Así, los restos humanos más antiguos en la zona se remontan al Paleolítico Inferior, cuando se establecen las primeras comunidades cazadoras y recolectoras.

Sin embargo, es a partir de la revolución que supone el Neolítico, cuando las comunidades dejan restos más significativos y de mayor interés. Las posibilidades que el entorno ofrece a los pobladores para el desarrollo de nuevas actividades económicas, como la agricultura, y la ganadería, hacen que pronto la comarca se vea poblada por numerosas comunidades que hacen que la zona tenga abundantes restos de períodos prehistóricos como el Calcolítico (2.500-1.000 A.C.), destacando los Dólmenes. Otra manifestación típicamente prehistórica, la pintura rupestre, está representada en la zona por las pinturas del Abrigo de la Virgen, situado en el Peñón, la  roca que domina desde arriba el pueblo de Peñarroya-Pueblonuevo. 

Las culturas ibéricas prerromanas continuarán con la ocupación del territorio, dejándonos numerosos vestigios y dando un primer impulso a la explotación de los recursos mineros de la zona, extrayendo de las minas de la comarca plomo, cobre, plata, y oro de los ríos.

Los romanos sacarán el máximo provecho de las posibilidades económicas de la región, estimulando al máximo la producción minera, para lo cual montaron explotaciones de gran importancia, como la mina de La Loba, en los alrededores de Fuente Obejuna.

A la llegada de los musulmanes, la región se dedica fundamentalmente a la producción ganadera. De esta época nos queda en la zona el importante testimonio del Castillo de Belmez. 

Con la Reconquista cristiana comenzará una época de estabilización en la zona, se introduce la ganadería porcina, que tanta importancia económica llegará a adquirir en el Alto Guadiato. Las aldeas comienzan a erigirse ahora como forma de extender el poblamiento por zonas de la región hasta entonces despobladas, así como refugio para numerosos habitantes que huyen de diversos conflictos políticos. Uno de los episodios más famosos de abusos señoriales será el protagonizado por el Comendador de la Orden de Calatrava, Fernán Gómez de Guzmán, hecho histórico que será reflejado posteriormente, en el siglo XVII, por Lope de Vega en su famoso drama Fuenteovejuna.

En la Edad Moderna, seguirá la explotación económica de los recursos de la comarca centrados en los aprovechamientos agrícolas y, especialmente, los ganaderos. Los cambios administrativos y políticos acaecidos se deben a las profundas transformaciones debidas a la extraordinaria importancia que tiene a partir de este momento la minería del carbón, como nuevo motor económico de la comarca. Las nuevas actividades dejarán honda huella en el patrimonio local.

De los tiempos dorados de la industria nos quedan testimonios como el Barrio de los Franceses en Peñarroya-Pueblonuevo. En este contexto se inscribe también la llegada del ferrocarril a la zona, con lo que se convertirá en una de las zonas más desarrolladas de Andalucía y una de las primeras de España a las que llegó la Revolución Industrial. Este extraordinario desarrollo económico, seguirá consolidándose de manera continua hasta el primer tercio del siglo XX. Los testimonios de esta impresionante actividad minera e industrial jalonan aún el paisaje del Alto Guadiato, con ejemplos como castilletes de extracción, estaciones de ferrocarril, o el Cerco Industrial de Pueblonuevo.

Los primeros síntomas de la crisis llegarán hacia los años treinta del siglo XX, cuando comienzan a agotarse los primeros filones de mineral. La Guerra Civil tendrá una repercusión importante, al quedar la zona en la primera línea de frente durante todo el conflicto. Al término de la guerra, numerosos pueblos están prácticamente destruidos en su totalidad y se encomienda su construcción a la Comisaría de Regiones Devastadas, cuyo estilo marcará el aspecto que aún hoy conservan  pueblos como Valsequillo, La Granjuela o Los Blázquez.

En los últimos años, la comarca vive un proceso de adaptación a los nuevos aires de la economía, potenciando actividades como la agricultura y la ganadería sostenibles, o los aprovechamientos de los recursos naturales y el abundante patrimonio industrial, arqueológico, cultural, etnológico…existente en todo el territorio del Alto Guadiato.

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